Hablar durante un encuentro erótico es todo un arte. Como tal, hay a quién le puede resultar más o menos estimulante. Si bien es cierto que la palabra tiene un poder inconmensurable en nuestro imaginario, siendo capaz de abrir puertas, incluso tirar diques que de otras maneras nunca hubieran caído. Además, la palabra hablada tiene doble poder: el de resonar el/la otro/a y en uno/a mismo/a, pudiendo ser una experiencia de gran calado en lo sensitivo y vinculante.
Por un lado está la atención interna para poner palabras a sensaciones, emociones, deseos y fantasías, facilitando así asirlas. Después el atrevimiento de mentarlas, expresando lo imaginado y lo simbólico, conectando, exponiendo y evocando los deseos propios con él/la otra.
Del otro lado, la escucha. Quien escucha no oye solo palabras con toda la carga que estas puedan tener en la experiencia o en la imaginación, también es el tono de la voz, la cadencia, el volumen lo que puede hacer que esa carga se dispare en la cabeza y el cuerpo de quien la escucha.
Hablar durante el sexo no tiene porqué ser soez (o sí, si te gusta). Es posible que los únicos modelos de conversación erótica que nos vengan a la mente son los de los guiones del porno, y esto para algunas personas puede resultar anaerótico (que no les excite). Por eso es importante que cada cuál busque qué palabras le gustaría decir y cuáles le gustaría oír. Se puede experimentar con alguna lectura erótica e ir valorando qué resulta más excitante. Hablar sucio en la intimidad no está reñido con la ternura, ya que puede incluirse matices de cariño y cuidado tanto en el tono como en la palabra, pudiendo incluso ser romántico/a si se desea.
Hablar sucio en la cama es un arte que está al alcance de todos y todas, puede ser muy placentero practicarlo buscando la manera en que cada cual se sienta cómodo/a; a demás nos puede ayudar a desarrollar el autoconocimiento, la expresión erótica y a crear y afianzar vínculos desde el placer y la confianza.
Diana Fernández Saro
Algunas pistas para iniciarse en el arte de hablar sucio en la intimidad
- Ir gradualmente, valorando el grado en el que te/os vais sintiendo cómodos/as.
- Valorar el consentimiento mutuo. Si el otro/a no desea jugar así, has de respetarlo, hay muchas otras prácticas divertidas.
- Definir palabras prohibidas, yo lo llamo palabras cerrojo, porque al oirlas se echa el cierre, se corta el rollo y es difícil volver a empezar. Pueden tener que ver con experiencias pasadas de cada uno/a o conflictos sin resolver.
- Explicitar las palabras mágicas, las palabras llave, las llamo yo. Aquellas que sabes que te conectan rápidamente con la excitación.
- Las palabras son un recurso, hacerlo sencillo, decir lo que se siente, lo que está sucediendo, lo que te apetece… Quedarse atrapado/a en el qué decir, dando vueltas a la cabeza nos desconecta del encuentro.