Diferentes tradiciones han abogado por la moderación de los placeres eróticos, su fuerza y la energía que estos producen. Así, hemos ido reprimiendo los impulsos, los gozos y las sensaciones placenteras a favor de la mesura. Nos hemos inducido a la autorregulación, a la gestión de esa fuerza. Hemos ido frenando así nuestro deseo y produciendo un diálogo de autocontrol y vigilancia sobre nuestros cuerpos.
Los placeres del cuerpo, son placeres empoderantes. Decía Foucault que el placer extásico es tendente a la revuelta y a la sublevación. Para recuperar estos placeres tendremos que despojarnos de aquellas creencias, costumbres, valores y normas limitantes y castradoras que hemos interiorizado sobre cómo ha de ser el cuerpo y nos cuidaremos de las valoraciones morales sobre nuestra sexualidad. A través de la terapia sexual podremos acceder a sentir poco a poco sensaciones placenteras.
El placer siempre suma, tiende a crecer, aportando mejor percepción y vivencia de la sexualidad. En tanto nos sentirnos bien con nuestros cuerpos, tenemos mejores relaciones sexuales, así como tener relaciones sexuales placenteras nos hace sentirnos bien con nuestros cuerpos.
No hay una guía ni un modelo a seguir, hemos de permitirnos ser y sentir, aceptarnos. Esta aceptación nos sitúa en una mejor disposición para disfrutar de relaciones sexuales a solas y/o en compañía. Nos dota de confianza y seguridad en nosotros mismos/as, haciendo crecer nuestra autoestima y nuestro empoderamiento, mejorando así nuestras relaciones sexuales.
Cuando nos miramos, nos pensamos, no vemos nuestro nuestro cuerpo real, vemos una imagen que hemos construido a través del reflejo que recibimos de los otros y de nuestras experiencias. Si la imagen corporal no encaja en los modelos de belleza en función de los cánones imperantes, crea un autoconcepto negativo, condicionando e influyendo en cómo sentimos, dificultando e impidiendo el placer y haciendo que nos percibamos como personas poco atractivas.
El atractivo cuantificado en términos de mercado produce insatisfacción. No podemos medirlo en kilos , centímetros, cánones de belleza. De poco sirven los filtros y todos los “me gusta” en redes sociales. El atractivo se corresponde más con la seguridad, la autoestima y la unicidad de cada persona y cada relación. El atractivo se ilumina y oculta entre juegos de seducción donde todo el mundo puede ganar si aprende a disfrutar del juego.